viernes, 26 de enero de 2007

Tengo un amigo que tiene una prima que trabaja en el restaurante al que siempre voy.
Cuando ve que llego, por lo general nos atiende ella, y nos trata bien. Mi papá dice que habría que dejarle más propina, pero para mí es suficiente.
Lo único, que es bastante torpe para ser mujer. Se choca las columnas, empuja las sillas desocupadas. Por suerte nunca tiró nada. Al menos mientras nosotros estuvimos.
El que tira cosas, todo el tiempo, es mi hermano menor. A principio de año creció mucho, ponele quince centímetros, capaz más, capaz menos. Y ahora como que no mide su cuerpo. Va caminando y con los brazos va tirando los vasos, los jarrones, todo lo que esté cerca.
En casa un día lo esposamos para que no rompiera las copas de cristal que nos regaló el tío, y se cayó él. No se podía levantar, porque estaba boca abajo, y no podía usar las manos del todo bien. Tuve que ir yo a ayudarlo.
Lo liberé, y cinco minutos más tarde estaba todo el piso lleno de vidrio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

leo y seguiré leyenndo. a ver a dónde va.
andrés.