sábado, 27 de enero de 2007

Mi hermano tira todo, es completamente torpe.
A veces se choca paredes, siempre se lleva por delante a nuestro gato, vuelca el contenido de los vasos, y hasta los rompe de vez en cuando.
Pero esa no es la peor tortura de nuestra casa. No hay nada peor que la gotera de la cocina. Sí, nuestra cocina tiene una gotera, que está justo justo arriba de la hornalla superior izquierda del horno.
Cuando llueve, no podemos cocinar en esa hornalla, y tenemos que poner una cacerola o algo porque si no salpica y apaga a las demás. Intentamos arreglarla un montón de veces, pero está completamente encaprichada. Hace un mes y medio masomenos, Luis, el amigo de mi viejo, intentó ponerle un parche. La cuestión es que no sé qué carajo hizo, pero a la siguiente semana, cuando llovió -un miércoles, me acuerdo-, en vez de gotas caía un chorrito constante.
Al principio no nos dimos cuenta, y se rebalsó la cacerola.
Mi mamá estaba desesperada y gritaba. Es insoportable cuando grita.
Unos días después, vino Luis otra vez y la tapó (a la gotera, no a mamá), y ahora volvió a gotear.

Pero lo importante es que nos queremos, dice papá, y a mamá le dan ganas de ahorcarlo.

1 comentario:

Moño dijo...

Yo no tengo goteras, pero las paredes de mi pieza lloran.