miércoles, 31 de enero de 2007

Me di cuenta de algo: lo que conté ayer fue totalmente estúpido, sin sentido, y fuera de lugar. ¿A quién le importa lo que nos regala Olga? Al fin y al cabo... pobre, lo hizo con todo su corazón.
Pero hablarles de el lugar donde compramos nosotros los alfajores me hizo acordar, un rato más tarde, el nombre del bazar.
Chuca Maruco, se llama. Genial, está ese bazar. Es enorme, me parece que antes ahí había una cancha de básquet.
Tiene de todo, lo que se te ocurra. Entramos dos o tres veces, porque tenés que estar mucho rato, pero es increíble todo lo que venden. Remedios, golosinas, útiles escolares, escaleras, muebles, masetas, algunos electrodomésticos, utencillos de cocina, películas y dividís, celulares, fundas para celulares, alfombras, góndolas para supermercado, almohadones, maderas a medida, relojes, agendas, álbumes, figuritas, hacen revelado artesanal, helados soft, cables de cualquier tipo, sector ferretería, piletas pelopincho, juegos inflables, vidrios, espejos, pintura para interior y exterior, sahumerios, porta-sahumerios, adornos para la casa, juegos de computadora, es increíble.
Y eso es una lista bastante chica de todo lo que hay, porque me olvidé de decir que Chuca Maruco tiene dos pisos. ¡Imaginate!

martes, 30 de enero de 2007

Hablando de Olga, hay una anécdota que quiero contar.
Un día se fue a Mar del Plata, y nos quiso traer alfajores, ya que allá los "Havanna" no tienen comparación.
La cuestión es que no le alcanzaba la plata para los Havanna, así que nos trajo Glutoncito.
Estaban horribles. El chocolate en vez de cacao parecía de café, el dulce de leche estaba durísimo: parecía de ochenta años, y el merengue de los "blancos" tenía manchas verdes, que supucipos que eran hongos así que no los comimos.
En cambio, los que compramos nosotros siempre, y que no son Havanna, son riquísimos. Los compramos en un puestito que está en la esquina que en frente tiene ese bazar... ¿cómo se llamaba?
En fin, la cuestión es que estaban horribles. Yo comí dos, asqueadísimo, y después ninguno más.
Pero a mi hermano el torpe le encantaron.

lunes, 29 de enero de 2007

Luis, el amigo de mi viejo, es odontólogo.
Tiene el consultorio a cinco cuadras de casa, y además hizo un curso de mecánica, creo.
A veces arregla las cosas que se nos rompen, y siempre nos hace las conecciones eléctricas él.
Pero para la gotera no sirvió.
Cuando sale del trabajo siempre nos viene a visitar, y toma mate. "Ni muy muy, ni tan tan", es su frase favorita:
¿Está caluroso?
Ni muy muy, ni tan tan.
¿Dulce o amargo, el mate?
Ni muy muy, ni tan tan.
¡Qué cara! ¿Mucho trabajo?
Ni muy muy, ni tan tan.
Es divertido, porque aparte la entona de una manera particular, como si fuera... no sé, cordobés.
Él es el mejor amigo de papá.

Mamá también tene mejor amiga. Se llama Olga, y se penia con rulos. ¿La permanente, se llama? Olga es empleada en la municipalidad, y dice que es un caos, que está re sucia, que siempre hay ruidos insoportables, que la tratan mal, que nosequé y que noseaquello.
Yo no sé para qué sigue trabajando ahí si tan mal la pasa.
Bah, en realidad sí sé.
Pero es una historia muy turbia que por el momento prefiero no contar.

domingo, 28 de enero de 2007

Hoy no estuve presente.
Por eso no les cuento nada.

sábado, 27 de enero de 2007

Mi hermano tira todo, es completamente torpe.
A veces se choca paredes, siempre se lleva por delante a nuestro gato, vuelca el contenido de los vasos, y hasta los rompe de vez en cuando.
Pero esa no es la peor tortura de nuestra casa. No hay nada peor que la gotera de la cocina. Sí, nuestra cocina tiene una gotera, que está justo justo arriba de la hornalla superior izquierda del horno.
Cuando llueve, no podemos cocinar en esa hornalla, y tenemos que poner una cacerola o algo porque si no salpica y apaga a las demás. Intentamos arreglarla un montón de veces, pero está completamente encaprichada. Hace un mes y medio masomenos, Luis, el amigo de mi viejo, intentó ponerle un parche. La cuestión es que no sé qué carajo hizo, pero a la siguiente semana, cuando llovió -un miércoles, me acuerdo-, en vez de gotas caía un chorrito constante.
Al principio no nos dimos cuenta, y se rebalsó la cacerola.
Mi mamá estaba desesperada y gritaba. Es insoportable cuando grita.
Unos días después, vino Luis otra vez y la tapó (a la gotera, no a mamá), y ahora volvió a gotear.

Pero lo importante es que nos queremos, dice papá, y a mamá le dan ganas de ahorcarlo.

viernes, 26 de enero de 2007

Tengo un amigo que tiene una prima que trabaja en el restaurante al que siempre voy.
Cuando ve que llego, por lo general nos atiende ella, y nos trata bien. Mi papá dice que habría que dejarle más propina, pero para mí es suficiente.
Lo único, que es bastante torpe para ser mujer. Se choca las columnas, empuja las sillas desocupadas. Por suerte nunca tiró nada. Al menos mientras nosotros estuvimos.
El que tira cosas, todo el tiempo, es mi hermano menor. A principio de año creció mucho, ponele quince centímetros, capaz más, capaz menos. Y ahora como que no mide su cuerpo. Va caminando y con los brazos va tirando los vasos, los jarrones, todo lo que esté cerca.
En casa un día lo esposamos para que no rompiera las copas de cristal que nos regaló el tío, y se cayó él. No se podía levantar, porque estaba boca abajo, y no podía usar las manos del todo bien. Tuve que ir yo a ayudarlo.
Lo liberé, y cinco minutos más tarde estaba todo el piso lleno de vidrio.

jueves, 25 de enero de 2007

Se robaron la rueda de la estación.
Fue increíble, nunca hubiera imaginado que eso podría pasar.
¡Se la robaron!
Sospechan de que haya sido alguno de los trabajadores, porque se ve que las antigüedades ferroviarias aumentaron de precio hace poco, entonces quería venderla, supongo.
Todo aumenta últimamente. Hay cosas que en las góndolas están un setenta porciento más caras que hace menos de un mes, dice mi mamá.
Yo no entiendo cómo calcula tan rapido los porcentajes. La regla de tres simple la tiene aceleradísima, me parece.
El calor, el gasto de agua, el consumo de energía, el hambre, la pobreza, la contaminación, la población todo aumenta.
Lo que no aumenta son las porciones de comida de los restaurantes. Hace como tres meses que voy al mismo y pido lo mismo, y siempre igual. Y no sé si no son más chicas.
Igual es rico.
Una vez, hace como un año, en otro restaurante me pedí un arrollado de pollo con muzzarela y jamón en el medio, que estaba riquísimo. Y la salsa era champiniones. La tía se pidió una milanesa napolitana, preguntó a ver si sobresalía del plato y le dijeron que no.
Cuando se la trajeron, el plato era alargado.

miércoles, 24 de enero de 2007

Ayer a la tardecita vino el abuelo y charlamos del bocacalle tapado. Él vive por allá por la estación, así que no sabía nada de la inundación. Mucho no le importó igual; ya se va a destapar, dijo.
Y después empezó a hablar de una sopapa, creo que quería ir a destaparlo él.
Cuando me quedo en su casa unos días, todas las noches se escucha el pitido de algún tren que viene o va. Insoportable, el pitido. Lo peor es que nunca son a la noche temprano, o a la mañana tarde. Son a la noche tarde, o a la mañana temprano.
Insoportable.
Igual, como hay un museo de antiguas piezas, casi siempre voy un rato a mirar. Hay una que me encanta, es una rueda toda oxidada, de las viejas. Está colgando de la pared, pero tiene una cosa de vidrio que la tapa, para que no la roben.
Yo no entiendo quién se va a robar una rueda vieja, oxidada, carcomida, y de tren. Porque ahora los únicos que usan esas ruedas son los trenes, y los que se encargan de los trenes son los que trabajan en la estación.
Para mí, nunca nadie de la estación robaría algo de la estación.
Pero no sé.

martes, 23 de enero de 2007

Ya está todo listísimo.
Hay un olorcito a guiso que mata. En realidad no queda otra si cocinamos guiso.
Ayer le dije que hacía mucho no comía, por eso.
Hacía mucho que no comía guiso.
Un guiso se hizo hoy en la plaza, que llovió como para tirar para arriba. La otra cuadra se inundó, porque tienen el bocacalle tapado. ¡Tapado! ¡A quién se le ocurre!
Mirá que es difícil tapar un bocacalle porque ¿cuánto tienen? Dos metros de ancho, masomeno. De alto no importa porque el agua pasa igual.
Mirá vos, tapado, estaba. ¡Tapado! Todavía no me cierra.